El templo navarro de San Bartolomé muestra la extraordinaria solidez de las construcciones medievales, frente al olvido del patrimonio por propietarios y administraciones en regiones condenadas por la despoblación y el envejecimiento

José María Sadia, eldiario.es / 6 de mayo de 2025
“Estamos en el valle de Lónguida, en el Prepirineo navarro, este es el despoblado de Larrángoz y esta es la iglesia de San Bartolomé”. Con estas palabras presenta Mikel Zuza, historiador, investigador y bibliotecario pamplonés, un templo románico que le impresiona a tal punto que lleva investigando su origen desde hace años. Más allá de llegar a conocer a ciencia cierta cuál es la identidad del caballero inmortalizado en piedra en la portada (una escultura confeccionada con primorosa delicadeza con la que la emprendieron a pedradas en los setenta), Zuza reclama la atención del Gobierno de Navarra hacia un edificio medieval que ya se ha ganado el cielo de la conservación: abandonado, vandalizado y expoliado hace décadas, San Bartolomé resiste gracias a la fortaleza de su perfecta bóveda de piedra, ofreciendo una muestra clara (una más) de que los arquitectos del románico construían para la eternidad.