La clausura del Patio de los Naranjos solo se entiende como una privatización a favor de quién ostenta desde entonces su rumbo: la jerarquía católica sevillana.

“Todo esto va ligado a la historia personal de cada uno. La familia de mi madre vivía cerca de la Catedral. Yo, desde muy pequeño, jugaba en el Patio de los Naranjos, que me ha cabreado mucho que los curas lo hayan cerrado, porque los niños jugábamos allí, y había pocas plazas.”
El testimonio es de una de las primeras personas que entrevisté hace unos años para mi tesis doctoral. No le preguntaba por el Patio de los Naranjos, sino qué significaba para él la ciudad histórica de Sevilla. En realidad, su respuesta es aplicable a todo tipo de barrios, tanto del centro como de las periferias. Lo que significa la ciudad es en gran medida lo que cada persona ha vivido; está determinado por los sitios donde habitamos y desarrollamos nuestra vida.