Se trata de documentos y piezas de valor histórico
Natalia Junquera, elpais.com / 08 nov 2024
El Juzgado de Primera Instancia Número 70 de Madrid ha dado la razón al Estado en el pleito que mantenía con los herederos de Francisco Franco a propósito de los bienes y documentos hallados en el interior del Pazo de Meirás (Sada, A Coruña). El Estado recuperó —también en los tribunales— este inmueble en 2020 al entender la jueza que la compraventa de 24 de mayo de 1941 fue una “simulación” y, por tanto, nula, y que la donación de la Junta Pro Pazo “del Caudillo”, formada por prohombres del régimen, en plena Guerra Civil, para comprar y regalar el palacete “al Generalísimo de los Ejércitos y Jefe del Estado Nacional” se había hecho por ser jefe del Estado, no por llamarse Francisco Franco.
Los nietos del dictador recurrieron la sentencia, que todavía no es firme, e iniciaron así mismo otra batalla en los juzgados para hacerse con la propiedad de los bienes en su interior. Esta nueva sentencia, contra la que cabe recurso, condena a los Franco al pago de costas y les deniega la propiedad sobre lo que pertenece a Patrimonio Nacional (dos bienes), al patrimonio documental español (409), y al patrimonio histórico español (153).
En el inmueble, de 40 estancias, dos topógrafos y tres historiadores contabilizaron, tras permanecer unas 40 horas en el pazo, 270 cráneos de animales. “Corzos en cantidades industriales, pero también cabras monteses y ciervos”, explica González Ruibal. Francisco Prado, especialista en arte medieval, estudió, además, las piezas más valiosas: dos estatuas del Pórtico de la Gloria que los Franco tenían en el exterior del pazo. La Abogacía del Estado aportó un inventario con informes técnicos periciales acreditando con múltiples referencias (gráficas, literarias, etcétera) su incorporación o presencia en el Pazo de Meirás “durante el periodo de tiempo en el que estuvo adscrito al servicio público de cubrir las necesidades de residencia de verano del Jefe del Estado” para demostrar que esos bienes forman parte de ese “lugar de memoria” asociado a “dos personalidades históricas de gran notoriedad: la eminente escritora gallega Emilia Pardo Bazán, una de las más destacadas representantes españolas del naturalismo literario, y la figura de Francisco Franco”.
Los nietos del dictador, por su parte, adujeron en un primer momento la “prescripción” de la reclamación del Estado y que su posesión no podía calificarse de ilegítima, “pues durante los últimos cuarenta años han mostrado la pública titularidad de los bienes, han firmado Convenios con la Xunta de Galicia para la exhibición y visita del público, han celebrado eventos familiares cubiertos por la prensa nacional, o, incluso el interior del inmueble ha aparecido en exclusivas de revistas y publirreportajes, sin que en ningún momento el Estado haya remitido comunicación formal alguna mostrando su discrepancia”.
El juez ha desestimado todos los planteamientos de los Franco y describe como “compleja y minuciosa” la labor pericial “de elevado rigor técnico” para documentar los bienes del interior del pazo, su origen y pertenencia. “Comprobada la naturaleza de los documentos por este Juzgador”, afirma la sentencia, “se llega a la conclusión de que también hay otros que constituyen auténticos documentos jurídicos o económicos de elevadísimo valor histórico y cultural, que reflejan el devenir de la historia política, económica y social de España en aquellas décadas comprendidas entre 1938 y 1975. Nos encontramos ante interesantes documentos que nos ofrecen testimonio de la vida sindical de la época, las inquietudes de la juventud adepta a un régimen político concreto, las infraestructuras y el tejido industrial y ganadero, etc.”. Y añade: “Como explican los peritos, existen igualmente documentos que pudieran obedecer a una faceta privada (…) sin embargo, queda perfectamente explicada la función propagandística e institucional necesaria en un régimen político dictatorial, con trascendental presencia del componente católico e ideológico. A estas necesidades responden las fotografías que se recogen en la relación detallada que se realiza por la Abogacía del Estado”.
El inventario de bienes del interior del Pazo de Meirás, que ya fue revelado por EL PAÍS, incluye cientos de documentos, libros y cartas que se encontraban en la biblioteca y el despacho personal de Franco. Se conservaron porque Franco así lo quiso, y por ese motivo no solo pueden resultar de gran interés para el estudio de la Guerra Civil y la dictadura, sino para meterse, de alguna manera, en su cabeza. El inventario incluye, por ejemplo, numerosos listados de adhesiones de exmilitares y falangistas a lo que llamó “la guerra de liberación”, pero también informes reservados sobre la resistencia y escritos de instituciones y personalidades intentando congraciarse con el dictador.
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