El párroco ha arrebatado las llaves del templo abulense a los devotos, les impide rezar y ha forzado presuntamente la caja fuerte de los donativos. «Han secuestrado a nuestra Virgen», asegura la presidenta de la asociación del santuario.
El monasterio de El Parral, en las tierras altas de la Moraña, a 42 kilómetros de Ávila.— MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE
ARISTÓTELES MORENO, Público /08/07/2023 21:33
Las aguas bajan revueltas en El Parral, un diminuto pueblo de 80 habitantes, ubicado en las tierras altas de la Moraña, a 42 kilómetros de Ávila. La inmatriculación por el Obispado de su histórica ermita, bajo cuyo subsuelo brota un apreciado manantial que surte a toda la comarca, ha desatado un virulento pulso entre los vecinos y el párroco.
«El pueblo está revolucionadísimo», advierte Rosario Alonso, presidenta de la asociación de la Virgen de El Parral y portavoz de los vientos turbulentos que estos días sacuden las calles de la localidad abulense por la disputa de su principal símbolo identitario.
«La ermita ha sido siempre del pueblo», proclama Alonso en conversación telefónica con Público. «El pueblo la ha levantado, el pueblo la ha conservado y el pueblo la ha arreglado cuando algo se ha estropeado», asegura con un indisimulado enojo.
El templo ha estado regido históricamente por una Junta de la Virgen organizada por el pueblo
Y, sin embargo, la ermita fue inmatriculada de forma unilateral por el Obispado de Ávila, en virtud de un privilegio registral, hoy ya derogado, que le permitía autocertificar la propiedad de bienes.
La Virgen de El Parral fue inscrita a nombre del obispo hace ya 11 años. Pero es ahora cuando el litigio se ha enconado de forma virulenta. Hace apenas tres semanas, el párroco se quedó con las únicas llaves de la ermita e impide a los vecinos acceder a su interior, tal como vienen haciendo desde hace siglos.
«Si quieren rezar, que recen fuera», aseguran los devotos que les dijo cuando protestaron. Al parecer, un extraño intento de robo destrozó las cerraduras convencionales de las dos puertas que tiene el templo.
Para acceder al oratorio solo quedaban las antiguas llaves pesadas de hierro fundido, que siempre han estado en manos de la tesorera de la asociación. El cura fue a pedírselas para entrar y ya no quiere devolverlas. La ermita fue inscrita a su nombre por el prelado, aunque el Obispado nunca se ha ocupado de su mantenimiento ni de hacer frente a los gastos corrientes, según informan los vecinos.
El templo popular ha estado regido históricamente por una «Junta de la Virgen», organizada por el pueblo para restaurar el edificio y la imagen religiosa con los fondos obtenidos por los donativos. «Lo único que ha hecho el párroco es ir a misa cuando tocaba la romería», puntualiza Rosario Alonso.
La luz y el agua los paga religiosamente la asociación de vecinos y, en algunas ocasiones, también el Ayuntamiento. Así figura en las facturas de muchas reformas abonadas por el colectivo ciudadano para disgusto del párroco.
«El cura no quería que apareciese la asociación en la factura», afirma Jesús Ruiz, historiador y vecino del pueblo. «Prefería que las facturas estuvieran a nombre de la Iglesia», remacha.
La guerra por el dinero de la ermita
Aparte de la propiedad de la ermita, otro de los detonantes del litigio ha sido el control económico de los donativos. La asociación tiene abierta una cuenta bancaria para ingresar todos los fondos aportados por los fieles, muchos de ellos generados por el manantial subterráneo de la ermita.
«El objetivo del párroco es controlar todo ese dinero. Por eso está en guerra con nosotros. Porque no se lo estamos concediendo», explica la representante vecinal. La Iglesia ha conminado a los habitantes del pueblo a que creen una hermandad eclesiástica bajo la tutela episcopal.
Los vecinos han enviado dos cartas al Obispado para denunciar la actuación del párroco
Los vecinos se niegan. «Nosotros queremos seguir cuidando y protegiendo a la Virgen de El Parral», sostiene. De hecho, y según aseguran los vecinos, el sacerdote intentó reventar la caja fuerte de la asociación con los donativos. El cepillo blindado se encuentra en un lateral de la ermita para que los devotos depositen sus limosnas cuando van a aprovisionarse de agua medicinal del manantial.
«Fue acompañado de un cerrajero con una radial y un taladro para sacar el dinero de los donativos», relata Rosario Alonso. «Y como no pudo, destrozó la caja fuerte y la ha dejado inutilizada». Los vecinos han interpuesto una denuncia ante la Guardia Civil y ahora mismo está en trámite en los juzgados.
Paralelamente, han enviado dos cartas al Obispado para denunciar la actuación del párroco y exigir su inmediata destitución. «El cura no tiene sensibilidad suficiente para saber lo que significa la Virgen del Parral para los habitantes del pueblo y la comarca», subraya la presidenta de la asociación.
Hasta ahora no ha habido respuesta. La Diócesis de Ávila se encuentra provisionalmente sin obispo hasta el próximo 15 de julio, en que toma posesión de la sede episcopal Jesús Rico.
Fuentes del Obispado aseguran que será el nuevo prelado quien tome cartas en el asunto y adopte una solución al respecto. «Se tratará con las partes implicadas con voluntad de diálogo y de entendimiento», indicó a Público una portavoz autorizada en nombre del vicario general.
La Diócesis tiene conocimiento de la queja vecinal de El Parral, según confirmó la fuente consultada, que se refirió a la cuestión en todo momento como un litigio entre el párroco y el pueblo, cuando la inmatriculación de la ermita fue ejecutada por el anterior obispo, que es el único cargo eclesiástico con capacidad jurídica para registrar inmuebles.
La experiencia demuestra que los mitrados nunca retiran la inmatriculación de un templo bajo el argumento de que la consagración católica certifica su propiedad.
Las ermitas, al margen de la estructura eclesiástica
Este es uno de los cientos de casos que enfrentan a la jerarquía católica con la religiosidad popular. Gran parte de las ermitas españolas constituyen un fenómeno histórico devocional al margen de las estructuras eclesiásticas, que los obispos se obstinan en dominar.
Rosario Alonso: «Estamos dispuestos a luchar con todas las armas a nuestro alcance»
El principal instrumento de dominio han sido las inmatriculaciones de bienes cuyo origen se pierde en la bruma de los tiempos y que, en la mayoría de casos, obedece al impulso colectivo de la comunidad.
El problema es que todos estos edificios no disponen de documentos acreditativos de su titularidad y de ese vacío se aprovechan los obispos por medio del mecanismo registral de las inmatriculaciones.
La ermita de El Parral es un templo amplio fundado en el siglo XVI y reformado en el XIX. La Virgen es una talla del siglo XII y la leyenda narra que fue enterrada por los lugareños para protegerla del avance de los «moros». Doscientos años después, fue localizada fortuitamente por un cerdo que pastaba en el campo.
Los vecinos excavaron en ese punto y extrajeron una madera que resultó ser la talla de la Virgen. Fue en ese momento, cuando brotó un manantial de aguas medicinales, que hoy se encuentra en el subsuelo de la ermita y a cuyo interior se accede a través de una trampilla en el piso.
«El cura también nos ha impedido el acceso al manantial, que surte de agua a todo el pueblo. Esto no tiene nombre. No sé cómo un representante de la Iglesia puede hacer semejante atrocidad», protesta la vecina de El Parral.
Las pruebas documentales vinculan la ermita con Santa Teresa de Jesús, según informa Jesús Ruiz, para quien el templo de El Parral es un «bien público» que ha sido irregularmente inmatriculado.
El Ayuntamiento apoya las reclamaciones de la asociación, según indica el historiador, aunque se encuentra en la actualidad sin regidor tras las elecciones municipales del 28M. Mientras, los ánimos están alterados entre los habitantes del pueblo.
«Estamos dispuestos a luchar con todas las armas a nuestro alcance», advierte Rosario Alonso. «Si tenemos que ir al Papa, iremos. Y si tenemos que ir al Tribunal de Estrasburgo, también iremos. Pero es evidente que vamos a defendernos de todos los ataques, aunque vengan del Obispado de Ávila».