Ante al escándalo de las inmatriculaciones en España, muchos cristianos y cristianas exigen a la Iglesia católica que, aceptando la invitación de Jesús, “devuelva” al pueblo lo que es del pueblo para poder dar a Dios lo que es de Dios
Convocada por el Grupo Sumar y organizada por la Coordinadora Recuperando, tuvo lugar el 8 de abril de 2024 en la Sala Clara Campoamor del Congreso de los Diputados una jornada sobre “Inmatriculaciones y Patrimonio cultural: una cuestión de Estado”.
Evaristo Villar, alandar.org /28 de abril de 2024
La jornada, muy concurrida por parlamentarios y parlamentarias, especialistas y militantes, se desarrolló en dos mesas consecutivas. La primera se centró en “Revertir las inmatriculaciones de la Iglesia: una herida abierta en la democracia”; y la segunda, en la “Protección y gestión democrática del patrimonio cultural: una cuestión de Estado”.
Durante este importante encuentro fue apareciendo en toda su cruda realidad uno de los mayores escándalos, conscientemente ignorados en el país durante la transición y la democracia.
Algunos datos para avergonzarse
Lamentablemente, la falta de transparencia oficial dificulta la recopilación de datos. No obstante, algunas entidades dignas de crédito vienen avanzando, sin refutación oficial, cifras verdaderamente alarmantes.
Se calcula en unos 100.000 los bienes públicos, de carácter religioso y civil, inscritos por la Iglesia católica a su nombre entre 1946 (Ley Hipotecaria franquista) y el Real Decreto Ley 8/2015 del 30 de octubre que puso fin a esta práctica unilateral y carente de título previo.
Según esas mismas fuentes, esto supone nada menos que el 80% del Patrimonio histórico-cultural del país, ahora en manos de una institución privada que depende, a su vez, de un Estado exterior soberano. Esto ha dado origen al eslogan “Antes del pueblo, ahora del Vaticano”.
Consciente del malestar que está causando este expolio entre sectores patrimonialistas, intelectuales y artísticos, el Gobierno de la primera coalición hizo pública una lista en 2018 en la que se reconoce el expolio, pero que es abiertamente incompleta (solo recoge los bienes registrados entre 1998 y 2015) e inexacta en la identificación de los mismos. Esto crea confusión.
En definitiva, un expolio que, aunque “legal” (no todo), es abiertamente fraudulento, injusto y vergonzante. Solo la “docta ignorancia” podría soportarlo.
La Coordinadora Recuperando
Ante la pasividad y negligencia de las Administraciones públicas, es la sociedad civil y una parte de la religiosa la que viene clamando por una solución democrática a este escándalo.
Desde su origen en 2017, la Coordinadora Recuperando, con más de 30 asociaciones patrimonialistas presentes en todas las Autonomías, se ha centrado en esta lacra, típicamente española, que está afectando gravemente a la salud democrática del país.
La jornada del 8 de abril perseguía dar relevancia mediática y social a esta anomalía, prácticamente silenciada en el debate público, y exigir a los y las representantes del pueblo que centren su actividad política en los bienes comunes, superando partidismos.
A juicio de Recuperando, esta mirada colectiva debería perseguir dos objetivos importantes: revertir al dominio público todos aquellos bienes comunes que, al amparo de una ley franquista e inconstitucional, han sido sustraídos por la Iglesia católica desde 1946. Y, de otra, elaborar una ley que ampare de forma clara y completa todo el patrimonio cultural del país. La actual legislación es insuficiente e imprecisa.
Presencia cristiana en Recuperando
Para nadie es un secreto que una parte muy significativa de la Iglesia católica, a través de Redes Cristianas (con más de 200 colectivos de todo el estado español), es un activo importante en Recuperando.
Alguna persona, mal informada, pudiera pensar que, por el hecho de ser Iglesia -si bien, en la periferia- Redes Cristianas está tirando piedras sobre el propio tejado: nada más lejos de la realidad.
Estos militantes cristianos y cristianas son muy conscientes de que su particular identidad religiosa en nada achica -más bien potencia- su radical vinculación a la sociedad en la que viven. Tienen muy claro que los fines son éticamente más importantes que los medios -y la Iglesia, como institución, es un medio-; y que la proyección social, en nada anula al individuo sino que lo enriquece.
Lo expresó muy acertadamente el Concilio Vaticano II en las primeras líneas de su Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo (GS 1): “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo… son, a la vez, gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”.
Fundir el corazón en el alma popular
Viene muy a cuento, a este propósito, aquel poema de La copla que Manuel Machado dedicó a su colega y poeta Guillén. Dice así:
“Hasta que el pueblo las canta
las coplas, coplas no son
y cuando las canta el pueblo
ya nadie sabe el autor
Tal es la gloria, Guillén
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente/ que no los ha escrito nadie.
Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.
Que al fundir el corazón
en el alma popular
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad”.
Mirado desde el alma popular todo patrimonio es fruto del aliento y de la creatividad colectiva. Proyección y transparencia de su espíritu. Es el más logrado nexo social que nos une y aglutina. La colectividad lo sabe suyo, es su tesoro, resultado de tantas huellas… A todas y a todos pertenece porque no es de nadie. Ponerle cerrojos y cadenas, vano intento condenado al fracaso, quiebra su verdadera identidad. Es como intentar poner diques a la corriente desatada del río.
¿Se necesita inmatricular eso que ya vienes disfrutando durante tanto tiempo? ¿Necesitas apropiarte de lo que ya usas y dominas sin mayor dificultad? ¿No tiene nada que decirte la Doctrina Social de tu Iglesia que, -desde los Santos Padres, pasando por la Escolástica y Santo Tomás hasta la Gaudium et Spes del Vaticano II-, en la alternativa entre el destino común y la propiedad privada de los bienes, siempre se pone del lado de la primera?
La Doctrina Social de la Iglesia, en la alternativa entre el destino común y la propiedad privada de los bienes, siempre se pone del lado de la primera
Finalmente, ante el eslogan patrimonialista “antes del pueblo, ahora del Vaticano”, los cristianos y cristianas, recordando la respuesta de Jesús ante la propiedad o tentación del dinero, decimos: “Devolved (traducción original) al Pueblo, lo que es del pueblo, y a Dios lo que es de Dios”.